miércoles, 21 de julio de 2010

¿Cómo llegué al GUC?

Cuando el Señor toca nuestro corazón, abre una herida que difícilmente cicatriza. Y es rara la actitud del alma en no querer cerrarla…
Desde que hice mi primera comunión no volví a comulgar, sino hasta cuando entré al GUC. Durante todo ese tiempo me alejé, me acerqué, me confundí, me animé, me esclarecí, me volví a alejar, renegué, increpé, deduje, cuestioné; todo esto respecto a las cosas de Dios.
Por mucho tiempo no me consideré católico, ni de ninguna otra “religión”, sino simplemente cristiano; esto a pesar que tenía varios amigos evangélicos y asistía eventualmente a sus reuniones, las que me ayudaron a ir definiendo algunas cosas. Luego entré a un Club de proyección social, donde tuve mis primeras experiencias de servicio; me sentía muy cómodo con estas experiencias, además de los lazos de amistad que se formaban en este ambiente pero, pasaba el tiempo y sentía que algo iba faltando.
Identifiqué lo que pasaba, experiencias personales con Dios me habían dejado ciertas ansias de Él y entendí que no podía servir a los demás verdaderamente, sino era una expresión de amor desde Dios. Puse fecha a mi salida del club de servicio pero se extendió por imprevistos, finalmente salí y empecé a buscar un grupo juvenil para perseverar. Como ya era católico y además no tenía prejuicios contra la iglesia católica sino que no la entendía, pensé entonces en perseverar en ella.
Contacté con un grupo cerca de mi casa, debía asistir a un retiro para entrar, pero postergaron varias veces la fecha y eso me desanimó. Conversé algunas cosas con un sacerdote y acordamos un par de citas, pero él no pudo asistir. Pasaron meses hasta que un día estando en la universidad, alguien me entregó un volante de un grupo Católico, así que lo guardé para luego contactarlos. No recuerdo cómo fue pero el caso es que perdí el volante, pregunté a varios amigos si lo habían conservado pues no era el único que lo había recibido; tras varias respuestas negativas, una amiga me dijo que tenía uno pero no sabía si era el que buscaba. Me entregó algo que más bien parecía un ticket con dirección de correo electrónico y número de celular de un grupo Católico, no era el que había perdido pero total: ¿no era finalmente lo que buscaba?
Llegando a mi casa, escribí un mail a la dirección señalada, revisaba mi bandeja de correo todos los días pero no fue sino hasta el tercer día en que entrando a mi cuenta de MSN, una ventanita me decía que alguien me había agregado. Era una chica de aquel grupo, conversamos y me dijo que uno pertenecía al grupo previo retiro de entrada – ¡no otra vez!, me dije-, luego me dio el mail del coordinador general de ese momento; le hice mil preguntas hasta que vi inevitable esperar hasta fines de octubre para hacer mi retiro y entrar. Dude que podría esperar tanto, pues era ya el mes de agosto y andaba impaciente, aun así ya no me esforcé por buscar otro grupo y casi sin darme cuenta llegó el día del retiro. Fue una experiencia de reencuentro con Dios muy distinta a la que imaginé, realmente inolvidable, que dio paso a años de los mejores de mi vida.
Contaría todo lo que he vivido en el GUC, tanta gente valiosísima, amigos verdaderos, tanto Cristo en tantas cosas, ¡en verdad tanto! Pero me fue dicho escribiera solamente hasta que entré al retiro, si a alguien tal vez le diera curiosidad saber qué vino luego, pueda que tenga que buscar y esperar sus meses, su “ticket”, su nuevo contacto en el MSN, su casualidad; y confiando decirle sí a todo ello, confiando decirle sí al Señor.

Javier Jhair Saavedra Córdova
Miembro GUC 2008 - ?

3 comentarios:

  1. Es bueno ver un recorrido, un camino, una historia, de un buen compañero!

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  2. El grupo sigue aún su camino con muchos jóvenes es increíble la historia del GUC que hasta el día de hoy se sigue manteniendo

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