
Si de la formación del sacerdote Hurtado pide un contacto más amplio con el mundo, a la universidad le exige ponerse directamente al servicio de la sociedad en la que se inserta.
Alberto Hurtado lleva las cosas al extremo. En medio de la sociedad la universidad cumple una función pensante, pero también agitadora. Sus palabras son estremecedoras: “la universidad ha de mantener vivo en el alumnado el sentido del inconformismo perpetuo ante el mal y ha de alentarlo a protestar con los hechos, con la voz, con la pluma... y cuando otra cosa no puede, al menos en el fondo de su conciencia”. Continúa su discurso a universitarios: “no depende de nosotros el que una masa enorme de gentes continúe mal alimentada, mal alojada... pero al menos no tratemos de pactar con el mal, no nos acostumbremos, seamos la voz permanente de la justicia”.
Gracias Alberto por tu obra, por ser verdad que nace de Cristo perdura y se extiende hasta nuestros tiempos. Y nos interpela, nos cuestiona, nos alienta, nos conmueve y como todas cosas del Señor, nos apasiona!
ResponderEliminarjavier.